#4. No hay futuro
Los fenómenos climáticos demuestran, una vez más, que no hay tiempo (ni futuro) si, de forma colectiva, seguimos empeñados en mirar hacia otro lado.
Esta semana, voy a ser breve. Han aparecido miles de peces muertos en las costas del Golfo de Texas. ¿Por qué? Un cóctel explosivo: aumento de la temperatura del agua, menos oxígeno para los peces. La orca Gladys, lucha a la desesperada contra las embarcaciones que contaminan el mar e invaden su hogar. El fenómeno del Niño vuelve, 41 años después, como nunca se ha visto.
Nos hemos acostumbrado a la emergencia climática, como Pedro y el lobo. Que viene, que está viniendo… Y como no explota todo de golpe, y nos vamos al carajo, seguimos pensando, que no ocurre nada. Cuando hay un evento macro —se quema Australia, o se congela Chicago, o Madrid— decimos que son cosas que pasan, que no es la norma. Es una conducta muy humana: frente al miedo, negamos la evidencia.

Los de Futuro Vegetal esos, unos terroristas por reivindicar y pintarrajear un 1,5 º C. Pero ¿sabes qué? Si te preocupa todo esto, quizá vale la pena observar el panorama global con una mirada crítica. Por mi parte, te recomiendo que leas a Chakrabarty, quien te dirá que libertad y gasto energético van de la mano, y también que el consumo actual va a reventar el planeta; también que no puedes seguir hinchándote de toda la carne que no se comían los chinos, y los indios, y el Medio Oriente, y África, y que ahora también quieren. Es lo que tienen los privilegios, que si hay que elegir, prefieres ser el que tiene la sartén por el mango.
Si no tienes hijos, no los tengas. El otro día, lo decía Mo Gawdat exdirector comercial de Google X a razón de las IAs. Yo te digo lo mismo, pero por la crisis climática. Vandana Shiva escribió Las guerras del agua (Traficantes de Sueños, 2004), previendo que lo que hoy damos por hecho, mañana se habrá convertido en un recurso al mejor postor. Con este rumbo, el agua dejará de ser un derecho universal (aunque recuerda: solo ha sido un derecho real para Occidente), y da miedo solo pensarlo.
Lo mismo ocurre con el planeta entero. Hoy, todavía podemos hacer: podemos frenar el consumo, y el derroche energético de un millón de formas, y organizarnos, y buscar alternativas: reducir la proteína animal, caminar más, optar por la bicicleta, comprar de forma responsable, apoyar una economía circular (no la que te vende Ecoembes en la radio, por cierto, que de circular tiene poco). Sin embargo, cuando miras alrededor, los discursos predominantes siguen poniendo el foco en las grandes corporaciones (culpables), los gobiernos (sin duda, culpables), en el otro.
Bórrate de la cabeza el “queda poco tiempo”; grábate un “no hay tiempo”. Olvídate (un poco) de lo que hacen los demás, pon el foco en ti. Quizá así haya futuro.
Hoy, no lo hay.