#5. Javier, el Exigente
[...] siguen tirando petardos, y algunos de mis perros ladran, y luego me buscan, y yo les acaricio, y acompaño, y me cago en todo también.
Esta semana venía a hablar sobre San Juan, pero al final no. Yo soy lo que se conoce como Homo autoexigentus (el latín, ya tal) y me he cansado un poco.
Así que dejo aquí dos ideas. La primera es que creo necesario que los ayuntamientos se mojen, y prohíban la pirotecnia sonora. Sí, prohíban. Sin medias tintas. Hay tantas cosas que no podemos hacer (es delito beberse una cerveza en la calle, recuerda), aunque no molesten a nadie… y, en cambio, tirar petardos, aunque mate pájaros, perros y arruine noches a gente neurodivergente se sigue permitiendo. Por cierto, en la ecuación esa del foc (fuego) i la flama (llama), no es obligatorio lo de los petardos.
La segunda es que no te exijas todo el tiempo. La fuerza de voluntad mola, obsesionarse, no tanto. Esta semana, no estoy enfocado, esto es lo que me ha salido (y quizá otro día, no sale nada). Me ha costado treinta y muchos años, pero fuck it, como dicen los yanquis. O sea, a la mierda. No pasa nada. Está bien. Mañana será otra día.
Habrá quien no esté de acuerdo.
Está en su derecho.
Nos leemos, que mientras escribo esto (madrugada del 24 al 25), siguen tirando petardos, y algunos de mis perros ladran, y luego me buscan, y yo les acaricio, y acompaño, y me cago en todo también.
Por eso, hoy, estas leyendo un texto tan breve.
J.